domingo, 18 de octubre de 2009

Me duele Buenos Aires

Cómo será vivir en la calle, quedar sin techo no un día, ni dos; sino vivir sin techo, buscando pallieres, plazas o la entrada de un local cerrado donde quedar protegido del viento y la brisa de la madrugada. Qué siente el hombre y la mujer que todo el día recorren las calles buscando juntar algo para vender y lograr algo parecido a una cena. Deambulando entre tantas casas, sabiendo que terminará el día y ninguna de esas puertas se abre para ellos.

No espera al atardecer un baño ni una mesa que congregue. No hay una habitación sencilla, un colchón incómodo. Nada de eso. Están los hijos en la vereda correteando o entre los autos pidiendo monedas a los que tienen el gesto de bajar el vidrio de la ventanilla.

Están en la Ciudad de Buenos Aires, en lo más bajo de la ciudad. Ni siquiera un asentamiento, una villa… viven en la calle, son la resaca de un sistema que expulsa y condena a personas a una vida indigna mientras otros disfrutan la sobresatisfacción de necesidades sin el menor cargo de conciencia, o lo que es peor, culpando al pobre de su pobreza y mirando para otro lado.

Son muchos los que viven en las calles de Buenos Aires, son distintas historias, diferentes circunstancias las que llevan a esa situación. Hay organizaciones que trabajan para encontrar una salida y que la gente pueda tener algo tan básico como un techo, ese techo que la ley garantiza a todos.

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también hace. Solo que para Macri y sus colaboradores, lejos de importarle la situación de extrema pobreza y la degradación que sufre quien vive en la calle, le interesa “limpiar” los barrios de esa gente que afea la ciudad, desalojar a quien usurpa desesperadamente un inmueble en busca de un techo. El Gobierno de la Ciudad creó hace tiempo la Unidad de Control del Espacio Público Porteña, la UCEP. Una patota parapolicial que actúa de noche contra las personas en situación de calle, contra familias humildes que no tienen nada.

De ropa oscura como su accionar, la violencia es su insignia, el desprecio por la gente se traduce en desprecio por la vida misma. La noche del primero de Octubre, la UCEP salió a golpear otra vez, impune, amparada por el Gobierno de la Ciudad. En la calle Pasco desalojó familias que duermen como pueden en las veredas y destruyó los pocos bienes que tienen. Golpeó salvajemente, golpeó sin miramientos, golpeó sin importarle a quien, porque para esta patota – y para los que la sostienen – los pobres son todos nadies, son nada.

Lo forajidos de la UCEP golpearon a una chica sin reparar en que llevaba un niño en la panza. Más tarde, en el Hospital Ramos Mejía corroboraron que el desprendimiento de placenta provocó la muerte del bebé.

No es un accidente, no se trata de un desborde. Es la ideología del gobierno de la Ciudad en su versión más cruda. Me duele pensar que este tipo ganó elecciones, que sea presidenciable porque esto significa mucha gente pensando de esta manera.

Lo veo a Mauricio Macri en la tele hablando de respeto, consenso y democracia. Lo veo con De Narváez al lado. Pienso en la gente que esta noche duerme en la calle. Me duele Buenos Aires.
Domingo 18 de Octubre de 2009

No hay comentarios: