domingo, 29 de agosto de 2010

Miradas

A veces recuerdo una imagen de mi niñez que tengo profundamente grabada en la memoria. Puede que con el tiempo se hay ido resignificando, cobrando valor simbólico, y hasta completada naturalmente por las vivencias que le siguieron.

Tenía unos nueve años y con los compañeros de grado de mi querida Escuela 98, nos pasábamos las tardes jugando a la pelota en la cancha que creo que, aún hoy, está detrás del Hospital Posadas, dentro de sus terrenos y lindante a la mítica villa Carlos Gardel o Charly Garden, como solíamos llamarla. Vivíamos cerca del Hospital y teníamos la posibilidad de disfrutar de una cancha de once toda de pasto. Hasta en las áreas estaba verde, intuyo hoy, que era a causa del poco uso que se le daba. Recuerdo una tarde en que se nos fue la pelota a un chalet que hay al costado, a unos diez metros de la cancha, y fui corriendo a buscarla. Antes de que pueda llegar, rápidamente salió un policía con la pelota en la mano y me la alcanzó muy amablemente. Tengo la vaga sensación de que se escuchaba una radio dentro de la casa...

Te estoy hablando de mis nueve años, estoy recordando vagamente el año 79 de nuestra historia. El pibe que era no tenía idea que el Hospital estaba tomado militarmente y con los años, particularmente cuando leí el Nunca más, supe que en ese chalet, hoy escuela de enfermería de la UBA, funcionaba un centro de detención clandestino, conocido precisamente como “El Chalet”. Decenas de trabajadores del hospital continúan hoy desaparecidos. La mayoría fue secuestrada en su lugar de trabajo, otros en sus casas y algunos en un bar lindero a la Universidad de Morón. Todos los traslados se hicieron en patrulleros o celulares policiales. Cuántos habrán pasado al costado de la cancha donde unos veinte pibes de alrededor de nueve años desesperaban por ganar el partido.

Me asaltan estas imágenes. Imágenes de pibes que no podían ver más allá del juego, que convivieron con el infierno a diez metros, y no lo vieron. Cuánto de esa infancia convive hoy entre nosotros. Cuántos tipos que dudan de hechos tan reales como perversos y genocidas. Cuántos de los que apoyaron y se beneficiaron en aquellos años oscuros están hoy deseando que nuestra mirada infantil no vea el chalet.

Cuando hoy veo a Mauricio Macri ordenar a los directores de las escuelas anotar todos los datos de los estudiantes que reclaman, para denunciarlos a la policía. ¿Sabes verdaderamente quienes son los Macri...?¿ Sabes que en el año 75´ tenían siete empresas y al finalizar la dictadura llegaban a cuarenta y seis? ¿Qué fueron promotores y socios de los asesinos?

Papel Prensa, que ocupó casi todo el espacio en casi todos los medios, provocó reacciones que vuelven a pararme delante de aquel chalet... el diario La Nación habla del año 77´ como un tiempo en el que había libertad de elección !?... estos tipos, Clarín y La Nación, también fueron promotores y socios de los asesinos, estos tipos que formaron la idea de realidad para la mayoría de los argentinos durante décadas...

Quiero creer que hay un cambio no menor en relación a estos tipos, la pata civil de la dictadura. Siempre operaron a través de sirvientes, hoy se arremangaron para meter mano directamente. Tal vez sea algo voluntarista de mi parte, pero me parece que se están cayendo caretas. Como nos sale, como mejor o peor podemos. Más difícil será dar por tierra con la vigencia del plan económico impuesto en la dictadura, afirmado en los 90, y sostenido hoy día en muchos de sus preceptos. Esa redistribución que vive más en los discursos que en el pueblo.

Me tienta pensarnos como si fuese aquel pibe de nueve años que jugaba a la pelota. El pibe creció y algo pudo ver sobre lo que pasaba dentro del chalet.
Ojalá estemos creciendo y seamos capaces de ver quién es quién.