domingo, 11 de abril de 2010

PROGRAMA 386


Nos visitaron Mario Gusso y Pepe Luna. Pudimos disfrutar de una clase radial de rítmos latinoamericanos.
Presentaron "Como dibujo del agua", primer disco del percusionista, que incluye un tema de composición propia, que lleva el nombre de su hijo, "Paco" y una variada selección de temas de diferentes autores.


Hijos de la mentira

Todos merecemos saber nuestra historia. Comenzar un encuentro en la radio con una verdad tan inobjetable, podría dar lugar en el oyente al intento de acertar con qué argucia saldrá el orador que inicia su relato con un supuesto tan obvio: todos merecemos saber nuestra historia.

Pero la obviedad se cae a pedazos en una historia oscura y cínica como fue la de nuestro país en los años 70 y principios de los 80. La historia de muchos se desarrolló en la mentira, en el ocultamiento del instante en que se decidió cambiar esa historia aplastando los derechos más preciados de las personas como son la vida y la identidad.

Los 101 hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio que la justicia ha recuperado de apropiadores gracias al trabajo incansable de tanta gente, pero muy especialmente gracias a las queridas Abuelas de Plaza de Mayo, significó devolver a ese centenar de pibes y pibas de treinta y pico su historia. Faltan muchos y eso es prueba de que las heridas siguen abiertas. Tienen que seguir abiertas, doliendo. Y ese dolor debe alimentar la búsqueda de justicia.

Estamos cerca, muy cerquita de saber la verdad sobre Marcela y Felipe Noble, los hijos adoptivos de la dueña del multimedio más influyente del país. Son muchas las dilaciones y abatares políticos, los compromisos y las transas que hacen que quien maneja un grupo como Clarín pueda evadir responsabilidades fundamentales sobre la conducta en tiempos de dictadura. Pero estamos ante la posibilidad de saber si sus hijos son adoptivos o apropiados. La posibilidad de saberlo y que responda en la justicia por lo hecho. El intento de evadir la responsabilidad en este caso, es el mismo que utilizó el grupo Clarín para evadir responsabilidad sobre su rol como medio en aquellos tiempos.

Y el hecho de que pasados tantos años aún sea tan difícil lograr que los responsables en todo nivel respondan ante la justicia, muestra que en la justicia, en los medios de comunicación, en la política y el empresariado, hay responsables conviviendo impunemente cada día, sin ningún cargo de conciencia.

Espero que más temprano que tarde sepamos cómo adoptó y quienes hicieron posible la adopción de Marcela y Felipe por parte de Ernestina Herrera de Noble. Espero sepamos quienes siempre lo supieron y callaron. Espero que los que digan que este juicio es parte de una operación política del gobierno contra Clarín, reconozcan también que cada año en que la causa dormía, los gobiernos extendían al grupo licencias de canales o le permitían licuar deuda. Claro que hay utilización política, pero si existió la apropiación, la utilización política fue todo el tiempo de silencio e impunidad.

Sabés que muchos discos llegan a este programa y cada semana disfrutamos música de artistas que nos conmueven. Es muy común que los músicos dediquen o directamente nombren un tema con el nombre de sus hijos. Y suelen ser canciones que emocionan por su dulzura. Me pregunto cuál será la canción que Ernestina tiene para sus hijos…

"El otro yo", Mario Benedetti

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando.

Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.

El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres.

Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió.

Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas.

Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y saludable».

El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.