domingo, 18 de abril de 2010

"La casa encantada", Anónimo

Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a empezar su conversación con el anciano.

Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a una fiesta de fin de semana. De pronto tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.

-Espéreme un momento- suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamado.

-Dígame- dijo ella-, ¿se vende esta casa?

-Si – respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma!

-Un fantasma – repitió la muchacha -. Santo Dios, ¿y quién es?

-Usted – dijo el anciano y cerró suavemente la puerta.

Democratización de la comunicación. El fantasma de algunos.

Los que se arrogan la potestad de ser elegidos para contar qué cosas pasan, quieren -no ya tergiversar hechos- sino directamente negar realidades. Algo importante pasó estos días. Tan importante como cada vez que tanta gente, con tantas diferencias entre sí, se juntan para defender un derecho o detrás de una idea.

Bien dice AMARC, la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, que el intento de democratizar la comunicación y la cultura en nuestro país lleva 25 años de incansable lucha de muchos; y agregaría yo: indiferencia de tantos y oposición de otros que, paradójicamente, se auto titulan democràticos y muchos son parte del sistema de comunicación.

La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un paso histórico en la militancia por esa democratización. Sobra aclarar a quien escucha este programa que no se trata de una norma de un Gobierno como la presentan algunos, no es la ley K. ¿No fue K precisamente quien en otros tiempos benefició a los grupos que hoy enfrenta extendiendo sus licencias? Se trata del trabajo de mucha gente durante mucho tiempo. Se trata de la necesidad de una ley de la radiodifusión de la democracia que contemple la diversidad de miradas y el derecho a la información. Una ley votada por amplia mayoría, una mayoría que incluyó a no oficialistas. Una norma legítima, mucho más cuando su vigencia suplanta la ley 22285 sancionada durante la dictadura.

Pero lamentablemente convivimos con nostálgicos del terror, cómplices de un tiempo de muerte y oscuridad. No son todos viejos escondidos de la justicia los que hicieron ese tiempo. Están ahí, en los estrados con aire de jueces en defensa de las instituciones, están en las redacciones y los micrófonos. Son jueces en Mendoza impugnando la Ley de Medios con argumentos más que discutibles, son Joaquines Morales Solá, TN, Clarín y tantos; hablando de democracia y libertad de prensa, justo ellos, hablando de diversidad cuando centraron el discurso y procuran imponer los temas del día.

Pasó algo en estos días. La gente tomó las calles pidiendo la aplicación de la ley, una ley votada por el Congreso, fruto de un debate profundo, representativo y federal como pocas leyes. Nada más contrario a derecho que impedir la vigencia de esta ley protegiendo los intereses económicos de determinados grupos.

Aquí vamos, revueltos y firmes, militando estas ideas, compartiéndolas y alimentándolas. Son muchas voluntades, sueños y deseos. Esta vez, no puede quedar en la nada.