domingo, 18 de abril de 2010

Democratización de la comunicación. El fantasma de algunos.

Los que se arrogan la potestad de ser elegidos para contar qué cosas pasan, quieren -no ya tergiversar hechos- sino directamente negar realidades. Algo importante pasó estos días. Tan importante como cada vez que tanta gente, con tantas diferencias entre sí, se juntan para defender un derecho o detrás de una idea.

Bien dice AMARC, la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, que el intento de democratizar la comunicación y la cultura en nuestro país lleva 25 años de incansable lucha de muchos; y agregaría yo: indiferencia de tantos y oposición de otros que, paradójicamente, se auto titulan democràticos y muchos son parte del sistema de comunicación.

La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un paso histórico en la militancia por esa democratización. Sobra aclarar a quien escucha este programa que no se trata de una norma de un Gobierno como la presentan algunos, no es la ley K. ¿No fue K precisamente quien en otros tiempos benefició a los grupos que hoy enfrenta extendiendo sus licencias? Se trata del trabajo de mucha gente durante mucho tiempo. Se trata de la necesidad de una ley de la radiodifusión de la democracia que contemple la diversidad de miradas y el derecho a la información. Una ley votada por amplia mayoría, una mayoría que incluyó a no oficialistas. Una norma legítima, mucho más cuando su vigencia suplanta la ley 22285 sancionada durante la dictadura.

Pero lamentablemente convivimos con nostálgicos del terror, cómplices de un tiempo de muerte y oscuridad. No son todos viejos escondidos de la justicia los que hicieron ese tiempo. Están ahí, en los estrados con aire de jueces en defensa de las instituciones, están en las redacciones y los micrófonos. Son jueces en Mendoza impugnando la Ley de Medios con argumentos más que discutibles, son Joaquines Morales Solá, TN, Clarín y tantos; hablando de democracia y libertad de prensa, justo ellos, hablando de diversidad cuando centraron el discurso y procuran imponer los temas del día.

Pasó algo en estos días. La gente tomó las calles pidiendo la aplicación de la ley, una ley votada por el Congreso, fruto de un debate profundo, representativo y federal como pocas leyes. Nada más contrario a derecho que impedir la vigencia de esta ley protegiendo los intereses económicos de determinados grupos.

Aquí vamos, revueltos y firmes, militando estas ideas, compartiéndolas y alimentándolas. Son muchas voluntades, sueños y deseos. Esta vez, no puede quedar en la nada.

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