domingo, 8 de noviembre de 2009

Qué hacer cuando la traición es moneda corriente

Decía Maquiavelo que la traición es el único acto de los hombres que no se justifica. Explicaba que los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son, en ocasiones, explicables y hasta pueden ser perdonados de acuerdo a las circunstancias. Los traidores, en cambio, sostenía el autor de El Príncipe, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno, sin nada que pueda excusarlos.

Un impulso tan censurado y que, intuyo, merece el repudio de cualquier mortal, convive con nosotros desde el inicio mismo de nuestra existencia. En el cristianismo, Cain es el primer traidor que asesina nada menos que a su hermano Abel. Pero la traición más relevante es la de Judas a Jesús cuando lo entrega a los romanos para su crucifixión. Cuántas veces se cruzan en tu vida estos Judas modernos que incluso creen que ciertas formas de traición hay han sido socialmente aceptadas. ¿Será que lo fueron y yo quedé entre los arcaicos que no entienden los nuevos tiempos?

La traición cuando lleva consigo un sentimiento tan fuerte como el amor y se mezclan pasiones, no es menor traición. Fue el caso de la Malinche, la bella amante azteca de Hernán Cortés que por amor, pero también por ambición desmesurada traicionó a su pueblo, conspiró contra él y contribuyó a su derrota. Martín, el hijo que tuvo con el conquistador, fue uno de los primeros mestizos nacidos en estas tierras. Su nombre es -para millones de americanos- la sombra de la desgracia.

Traición religiosa, pasional, qué contarte de las traiciones políticas y la imperdonable traición al pueblo. Las traiciones recorren los tiempos y lugares en feroz galope. Pero sin olvidar las páginas de la historia, muchas teñidas en sangre, están las que no son parte de ningún libro.

El pibe, que importa el nombre si en verdad tiene un montón de nombres. Me dijo que era del sur, pero podría ser de cualquier otro lado. El pibe arrastra la soledad, canta con esa pena que da al canto la tristeza de no encontrar salida. ¿Qué hace uno cuando la traición es moneda corriente y viene de todos lados? Me digo que no es posible que vivamos entre traidores, que podemos con ellos, no tengo dudas. El pibe, como tantos y tantas de diferentes edades, ya no se banca andar sin fe…


“Pibe del sur”
Arrastraba la soledad como
una hiedra sin pared.
De a ratos cantaba, con esa pena de no ser.
Se llamaba Juan, o tal vez
Pedro o Francisco, da igual.
Dormía porque dormir es morir un poco más.
Era un pibe bueno del sur.
No se bancaba andar sin fe.
Por eso se apresuró a saltar ya de una vez.
Cruzó de a pie hasta el final.
Y se ríe: "si me llaman, no estoy más".
Parece fácil vivir; te complican hasta la razón.
Y por no transigir, se tomó todo el alcohol.
Entrando a la estación, los camiones vienen y van.
Va por vos esta canción, que de arriba escucharás.

(Tema compuesto por Adrián Abonizio y Raúl Carnota)


Domingo 8 de Noviembre de 2009

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